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La escena del diseño de interiores y mobiliario en México ha tenido fuertes proponentes femeninos desde principios del siglo veinte. La llegada de inmigrantes que desarrollaron su carrera en México, como la diseñadora de mobiliario cubana Clara Porset en 1938, o la diseñadora textil Cynthia Sargent, de Cambridge, Massachusetts en 1951, fue crucial para el desarrollo de la disciplina. Porset además fue curadora y formadora, comprendiendo desde un principio que como mujer, había que trabajar el doble por la incredulidad que se nos da sólo por serlo.
Hoy en día, esta característica comienza apenas a transformarse o al menos a escucharse. Se puede decir que el movimiento #MeToo sigue causando reverberaciones sustanciales en la industria del diseño industrial y la arquitectura, ambas históricamente dominadas por hombres.
La primera mujer en graduarse en arquitectura en México fue la veracruzana María Luisa Dehesa en 1937, pero no fue hasta 1960 que Aurora Campos Newman obtuvo por primera vez como mujer el título de Diseñadora Industrial por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.
No obstante, los comportamientos machistas tanto de compañeros y maestros como de colegas en el ámbito, apenas comienzan a hacerse visibles. Durante más de cinco meses, las facultades de Arquitectura y Diseño Industrial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se mantuvieron cerradas debido a un paro liderado por estudiantes que derivó de la indiferencia ante más de 300 testimonios de violencia contra mujeres. En una carta dirigida a la rectoría de la UNAM firmada por Mujeres Organizadas de la Facultad de Arquitectura (MOFA) el miércoles 8 de septiembre se lee: “NUNCA MAS TENDRAN LA COMODIDAD DE NUESTRO SILENCIO.”
Con el objeto de continuar esta discusión, LATINA platicó con Andrea Flores y Lucía Soto, dos diseñadoras industriales que emprendieron como Comité de Proyectos en 2014 después de haber colaborado juntas y fungir como socias en el despacho mexicano de diseño mob. Las dos hablaron acerca de su trayectoria y su perspectiva acerca del crecimiento en el diseño en México. La entrevista ha sido condensada y editada para mayor claridad.
¿Cómo empezó Comité de Proyectos?
Lucía Soto: Andrea y yo nos conocíamos por amigos en común pero nuestra relación profesional, comenzó cuando yo hice mis prácticas profesionales a mob, donde ella trabajaba. Digamos que ahí fue donde germinamos, fue el despacho madre o la nave nodriza. Estuvimos, yo 4 años y Andrea 5, y en 2014 decidimos emprender y empezar nuestro propio proyecto.
Empezamos cada una trabajando desde su casa, sin oficina, sin inversión y sin ahorros. Muy poco a poco con proyectos de muebles e interiorismo. Y en 2016, participamos por primera vez en “Inédito” como parte de Design Week — lo que nos dio más visibilidad. Fue la primera vez que hicimos formalmente una colección con un pretexto puramente poético, estético y conceptual. No eran piezas [para] clientes, si no que eran más ganas de expresar y de experimentar. Ese tipo de trabajos han sido algo que ha marcado mucho la trayectoria de Comité.
¿Cómo fue el proceso de darse a conocer como mujeres en el ámbito del diseño en México?
LS: También tuvimos suerte de ser apoyadas por decision makers que eran, en su mayoría, mujeres. Quien nos buscó desde el principio fue Andy [Andrea] Cesarman, la primera vez que entramos a un Design Week. No sé que hubiera pasado si en Design Week no hubiera una mujer organizando y si quizás no nos hubieran buscado de ser así. Pero yo creo que si hemos sentido esta sensación de camaradería, que también se ha vivido desde la perspectiva de los medios. Nos ha buscado [por ejemplo] Greta Ancila de Glocal o Monica Khemsurov de Sight Unseen. Fueron varias mujeres que nos lanzaron la cuerda como diciendo “vengánse pa’ acá”.
AF: También nos ha apoyado mucho Carmen Cordero de la Galería Mexicana de Diseño. Si te das cuenta hay muchas mujeres subidas y navegando en el barco del diseño en México que es muy diferente a otros lugares.
Y también han colaborado con artesanos mexicanos, ¿no?
Andrea Flores: Sí, nos invitaron a participar en Visión y Tradición, una de las presentaciones que forman parte de Design Week donde tuvimos la oportunidad de conocer y trabajar con artesanos de Puebla en 2018. Visión y Tradición es el evento precursor de Ensamble Artesano que se fundó durante el inicio de la pandemia de Covid-19 en México.
LS: Andy Cesarman lo transformó en una iniciativa de apoyo a comunidades de artesanos en México, ya no tan experimental sino de ayuda para que los artesanos pudieran vender su obra con la retroalimentación de diseñadores para crear piezas comerciales. Cesarman es un personaje importante en nuestra historia y en la historia del diseño en México hoy en día.
Pero no siempre ha sido así. ¿Cómo fue su formación y cómo han vivido este cambio?
AF: Hay una super diferencia. Cuando yo estudié (grad. 2007) era un mundo más masculino y había muy pocas mujeres en la carrera de Diseño Industrial (D.I.) comparado con cuando Lucía estudió (grad. 2010). De repente hubo un boom de mujeres en esa transición y se empezó a abrir el tema de más mujeres en la escena del diseño en México.
Fue un poco difícil para mí la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) y acabé la carrera con un curso trienal en el IED (Istituto Europeo di Design) de Barcelona porque me llamaba más la parte conceptual y estética. A diferencia de Lucía quien tuvo workshops durante toda la carrera en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) que es más técnica. Así nos complementamos.
LS: Es importante decir que hay que ser conscientes de nuestros privilegios. Sí estudié en una escuela pública pero mis papás tuvieron los recursos para que yo no tuviera que trabajar durante [mis estudios]. Pero, partiendo de ahí, yo soy la única mujer de mi familia que estudió D.I. Toda mi familia – mi papá, todos mis tíos y un par de primos – han estudiado D.I. en la UNAM. Entonces yo ya ya entro dentro del legado de los Soto en D.I. de la UNAM. Mi tío fue fundador de la carrera y fue director, y mi papá fue profesor durante toda la vida de la UNAM y de la UAM. Mi papá ha sido una figura súper importante en muchos sentidos pero en especial en la parte profesional.
¿Cómo funciona la relación de ustedes con los arquitectos?
LS: La realidad es que yo lo he vivido un poco difícil. En una de nuestras colaboraciones conocimos a un despacho de dos hombres y una chava (con quien nunca trabajamos directamente.) Ahí es donde yo más claro he sentido un problema laboral que tiene que ver con género.Uno de los arquitectos, conmigo al menos tenía respeto porque soy su par, soy dueña de mi despacho. Pero ese proyecto lo colaboramos con Fer, una chica que trabajó en Comité, y él la interrumpía cuando hablaba, y pues el mansplaining, ¿no? Hasta que ella llegó a decirnos que no era escuchada y que todo lo que decía no valía.
Una vez, por meter a alguien más de apoyo en el proyecto incluimos a Pol, un pasante, y el arquitecto directamente me dijo: “Ay, por fin, ¡hasta que traes a alguien con quien se puede trabajar!” Literal, nada más porque era hombre. Aunque Fer, con más experiencia y capacidad, le daba quince vueltas a Pol en ese momento.
Y el arquitecto no se sentía cómodo trabajando con una diseñadora. De por sí también entre arquitectos y diseñadores siempre hay esto de que el arquitecto es “el que sabe,” y el diseñador es “el que juega.”
Y el término mansplaining es relativamente nuevo en nuestro vocabulario.
AF: Claro, y sí sucede. ¡No estás loca!
LS: ¡No está en tu mente! No eres una exagerada cuando sientes que el otro te está callando.
AF: Cuando yo era jefa de taller en mob, por ejemplo, liderar un taller como cualquiera lo haría me costó muchísimo trabajo. Teníamos a un maestro carpintero que tenía una cerradés conmigo como: “¿Por qué viene esta niña a tenerme que decir qué hacer y qué no hacer? Que me lo diga el jefe, tú ¿por qué? Y tú, mujer, menos.”
Y ahora a una de las colaboradoras que están con nosotras, un carpintero llegó a hacerle comentarios de su cuerpo y obviamente ella se sintió atacada. Como diciendo: “mi cuerpo no tiene nada que ver, yo vengo a trabajar.” Y tuvimos que trabajar con el equipo de carpintería. Obviamente todavía hay mucho trabajo que hacer. Pero, ¡qué bueno que ya son cosas que se pueden hablar!
Antes, lo que le pasó a esta chica, igual ella ni siquiera hubiera tenido la voz para decir: “me pasó esto y no me gusta.” Se lo hubiera callado pensando que es normal.
LS: Si quiera cuestionarte si te gusta o no te gusta. Hace 10 años que salí de la universidad no se podían hablar. Lo dejabas pasar y lo sufrías en otras formas: en tus relaciones personales, en muchas cosas pero no lo veías, y ahora lo ves. Antes era tan parte de tu vida que igual ni te dabas cuenta si te incomodaba que el maestro de taller te agarrara la mano mientras usabas una herramienta. Quizás para tí era así la cosa en el taller, ¿no?
Hay una gran diferencia con las generaciones de ahora.
LS: La UNAM lleva ahorita muchos meses cerrada por una huelga interna por temas de género e impulsada por las alumnas de la facultad de arquitectura y de industrial. Esta chica, Ale, es estudiante ahorita de la facultad.
Y es la primera vez que abordamos un tema interno en el despacho que tiene que ver con género. Te genera mucha ansiedad porque al verlo te sientes impotente. Pero creo que empezar a hacer cosas chiquitas como lo que hizo Ale de decir, esto no me gusta, es súper aplaudible.
¿Qué proyectos están trabajando ahora?
LS: Estamos cerca de empezar un proyecto de diseño de interiores comercial para un edificio de departamentos con amenidades en Chapultepec.
En departamentos como uno en la Colonia Nápoles u otro que hizo Andrea que se llamó Londres, aquí en la Juárez, tienes el trato muy cercano con el cliente entonces se convierten un poco en tus amigos y diseñas todo pensando en ellos y su vida. Nos dan mucha libertad creativa y el diseño es integral en acabados, áreas, muebles.
AF: Estamos por entregar una casa en Napa Valley cerca de San Francisco, que ha sido un muy largo proceso entre diseño y logística. Es una clienta que nos conoció por 1stdibs y amueblamos las áreas comunes de la casa. Algunas piezas fueron custommade y otras fueron ajustes a muebles de línea. Colaboramos con Emma Gavaldón quien diseñó los tapetes. Es ahora nuestro proyecto más importante dentro del despacho ya en la parte de producción.
¿Sus influencias?
AF: Más allá de ser personas, nuestras influencias vienen de diferentes áreas como la cultura mexicana, prehispánica, el arte, el diseño brasileño que nos encanta, y la arquitectura. Tomamos esas influencias y las tratamos de traducir a sensaciones que puedan también tener una función y una forma. Y admiramos a muchísima gente como a Esrawe Studio, Mauricio Rocha, Tatiana Bilbao Estudio, Tezontle, Patricia Urquiola, Andrés Gutiérrez, Chic by Accident. Seguimos muy de cerca sus carreras porque nos parecen muy interesantes.
LS: Disfruto mucho ver diseño, me encanta. Y creo que eso va permeando mucho en la estética cuando uno diseña. Pero en general yo encuentro inspiración en sensaciones y en la vida diaria. En conceptos, filosofías y en cosas que no tienen que ver directamente con el diseño. Para mi muchas veces la introspección y preguntarme dónde estamos y a dónde vamos, es lo que me motiva para diseñar. Efectivamente la estética de las culturas prehispánicas a mi me es muy llamativa y atractiva. Me gusta mucho su manera de concebir, trabajar y representar el mundo. Estéticamente, Sabine Marcelis, Nendo, Estudio Persona, Vidivixi, Frida Escobedo y Clara Porset, son influencias importantes